Beatriz
Santamarina Campos.
Universitat de València
Hablar
del patrimonio natural es hablar de una demarcación confusa y esencialmente
política que responde a un sistema global taxonómico e institucionalizado. Los
procesos de patrimonialización natural han crecido de forma exponencial en el
mundo, sobre todo, en las últimas tres décadas. Hoy hay más de 24 millones de
km² de áreas protegidas (WDPA, 2011). Parejo a este ascenso, la atención de la
antropología por los espacios protegidos también ha ido aumentando, generándose
en torno a ellas un amplio volumen de literatura etnográfica.
De
forma sintética, la patrimonialización de la naturaleza es un proceso paralelo
a la patrimonialización de la cultura, que configura y legitima realidades
discursivas y prácticas alrededor de procesos asimétricos, caracterizados por
negaciones, confiscaciones y conflictos. Es decir, se caracteriza por los
mismos procesos de exclusión de cualquier activación patrimonial. Ahora bien, lo interesante de los
procesos de patrimonialización natural es que nos permiten reflexionar, por un
lado, sobre los cimientos ideológicos de nuestra práctica cultural. De facto,
la concepción de los espacios naturales se construye a partir de la
constitución de algunos de los logros de la modernidad, como son la distinción
entre conocimiento científico/conocimiento común y la constitución del saber
técnico-científico como generador de ‘verdad’. Y, por otro, sobre las políticas
conservacionistas (neoliberales) presentadas como ecológicas. En este sentido,
la demanda del consumo de lo ‘auténtico’ mueve hoy cifras millonarias en un
mercado cada vez más exigente, que busca lo natural (tanto natural como
cultural) frente a lo artificial (tanto natural como cultural) como si de
depósitos estancos y almacenables (mercancías) se tratara. Y en esa búsqueda de
lo genuino, los patrimonios denominados natural e inmaterial han ido ganando la
partida al exclusivo y fotogénico patrimonio cultural (patrimonio
artístico-histórico). Ambos han compartido una similar construcción discursiva,
basada en criterios científicos (método-lógicos), que los emparentaba y cosificaba
(objetivación vía intervención). De tal forma que, situados en el mismo plano
(en o cerca de la naturaleza), era fácil justificar la relación subordinada y
asimétrica frente a la cultura en mayúsculas y singular.
En
definitiva, nuestro interés girará, sobre todo, en desenmascarar los campos de
disputa contenidos en la institucionalización del patrimonio natural como un
espacio de producción de verdades y autenticidades y, por tanto, de dominación.
Desde nuestro punto de vista, el paradigma conservacionista decimonónico,
vigente y globalizado, genera no sólo ‘refugiados de la conservación’, en su
versión más amarga, sino la destrucción de una diversidad de conocimientos
(etno-conocimientos) y lugares (etno-topografías) locales.
Lloc y data:
8 de novembre de 2012, a les 19 h.
Museu Valencià d'Etnologia.
Sala Alfons El Magnànim.
C/ Corona, 36, 46003 València.